lunes, 12 de julio de 2010

El arrebatado de Tarso

Por Santiago Ocampos

En Tarso, actual territorio de Turquía, nacía uno de los hombres más influyentes de nuestro tiempo, el hombre que arrebatado por la luz camino a Damasco dejó de llamarse Saulo para pasar a ser Pablo, el apóstol de Jesús, el epistolario, que a través de mares y montañas y prodigios verbales inició la cristianización del mundo, misión por la que entregaría su vida.

Pablo nació en el seno de una familia judía tradicional. Su inteligencia así como sus aptitudes físicas siempre merecieron el respeto de sus pares. Su pertenencia a los fariseos, aquel grupo al que Jesús tildó en los evangelios de hipócritas, le otorgaba ciertas características cercanas a lo que hoy llamaríamos fanatismo religioso. Esta facción del judaísmo de entonces había perdido los ideales con los que había sido fundado y se encontraban en creciente descrédito frente a otros grupos que los veían cercanos al yugo de Roma.

El Apóstol de los gentiles conocía a Jesús. Sin duda no eran indiferentes los comentarios que del galileo se hacían en todo Israel. Quizás la fascinación que ejercía esta figura en el mundo judío no haya sido inadvertida. Un muchacho joven, vehemente y con cierta disposición a la lectura debía estar consternado e intrigado y quizás esta haya sido la causa con la que desenvainó con tanta violencia su espada contra las primeras comunidades cristianas.

La misma rabia de Pablo, que se tiñó con el olor de las ropas de Esteban, el primer mártir, le permitiría emprender y escribir frenéticamente que Jesús resucitó tomando toda la poesía posible de su prédica de iluminado de Dios. Camino a Damasco recordará en sus oídos el clamor al cielo de Esteban: el judío nuevo que predicaba el evangelio y murió lapidado por su ceguera.

Lo demás es conocido, los múltiples viajes, las cartas, el martirio, su amistad con Pedro, el Primer Concilio de Jerusalén, son recuerdos que iluminan, o al menos no deberíamos olvidar cuando la Iglesia es golpeada por las denuncias de pedofilia, de abusos de poder, de persecuciones y ponernos, de una vez, las ropas de Esteban en Pablo para hacer de esa impotencia por el pecado una respuesta.

Como decía el Papa Benedicto XVI, respecto al año jubilar paulino, ser concientes de servir a Dios como Pablo; en Calcuta o Nueva York pero con amor.

Bibliografia

BENEDICTO XVI; El año de San Pablo, Buenos Aires, San Pablo, 2008

BIBLIA DE JERUSALÉN; Bilbao, Desclee de Brower, 1999

MARITAIN, Jacques; San Pablo, Buenos Aires, Club de Lectores, 1996

1 comentario:

Pablo Mariosa dijo...

¿Cómo estás, Santi?

Me alegra que hayas abierto este nuevo blog.

No perdiste ni un poquito del buen gusto y estilo que tenés para la escritura.

¡Un abrazo!

Pablo