sábado, 8 de octubre de 2011

El ruido de la palabra - Tomas Tranströmer, Premio Nobel de Literatura 2011-

Por Santiago Ocampos

Tomas Tranströmer es un poeta desconocido para la mayoría de nosotros. No sin cierta prudencia, luego de conocer la noticia de la adjudicación del Premio Nobel, empezamos a adentrarnos en su mundo, en sus palabras, en su excepcional forma de construir las imágenes, reflejando con mucha naturalidad un mundo interior que se presenta como un camino hecho a machetazos y minerales extraídos a cielo abierto.

 El escritor teje el ruido poético interior con paciencia logrando una forma de escribir distinta. Con temor y con elementos propios de su Suecia natal proyecta así una melodía única. Su poesía es un mar de significados que rompe contra las rocas de la realidad, partiendo de ella con los navíos personales, mar adentro del alma.

“Despertar es un salto en paracaídas del sueño”. Así, con destreza marca el paso del tiempo onírico al tiempo real para descubrir la fragilidad de nuestro cuerpo sujeto a las circunstancias históricas. Psicólogo de profesión, Tomas Tranströmer reconoce el peso de la existencia en el hecho mismo de despertar, de mirarse en un espejo. La vida de todo hombre es una constante búsqueda por hallar un sentido a aquello que percibe. Quizás allí es donde el poeta encuentra una justificación al oficio de nombrar aquello que no tiene nombre.

A pesar de la sencillez de la palabra comprenderlo requiere un arduo trabajo por parte del lector. Las imágenes suceden una tras otra en sus trabajos literarios, encadenadas en forma de torbellino al ritmo que la memoria dicta. Al igual que Ingmar Bergman, el genial cineasta sueco, retrata la visión del viaje de la vida y el paisaje de Suecia, frío, austero, de aguas torrenciales, de poco sol, que se confunde sin querer con el devenir de la conciencia.

La Academia Sueca este año premia la labor poética, tan denostada en un mundo donde prima la velocidad, el mensaje de texto por encima de la reflexión del hombre que se levanta, toma su abrigo y trabaja y, por sobre todas las cosas, se enamora. Razones, que Tomas Tranströmer asume con coraje, cuando lo invade la urgencia del abrazo que comparte en su testimonio con la condición humana.