miércoles, 3 de noviembre de 2010

La nervadura del silencio –Comentario a la poesía de Amalia Abaria*-

Por Santiago Ocampos

Amalia Abaria es una poetisa nacida para atar la memoria a su inspiración. Con sencillez, la palabra es ordenada por el esfuerzo del vaivén de las imágenes que van tomando, poco a poco, la premura del color hasta llegar al presente. Las metáforas intentan retener y volver a vivir sensaciones pasadas. Por medio del ritmo poético estos recuerdos se hacen eternos, dulces, semánticamente libres.

Ordenado por las emociones, y no por un orden cronológico, cada viaje al pasado se presenta como una ensoñación. El estado de ánimo está determinado por la posibilidad de detener el tiempo. Y cada respuesta vacía es una melancolía pasajera que se traduce en la necesidad de ser fiel a los detalles descriptos.

Los temas poetizados giran alrededor de la ansiedad, reflejada en la palabra, bajo una tensa calma. El silencio, aliado indispensable, es un rumor que cruza, con toda su nervadura, un espacio invisible donde mora el alma que presagia el instante y se derrama enamorada en la contemplación de las cosas.

Por medio de pequeños brotes significativos los gestos humanos como el llanto, son convertidos en el reflejo de un sentir que intenta describir la brevedad de un momento. Transubstanciada en una lágrima o en una casa, la poesía personalizada de esta forma, hace que sufrir, temblar o dudar adquiera connotaciones más profundas al identificarse con la realidad a la que la autora intenta dar existencia.

El tiempo es la búsqueda de una profunda interrogación sobre su sentido. Así, las imágenes de la infancia se suceden y se repiten hasta que el eco de la niñez devuelve su doloroso cuestionamiento al hombre adulto. “¿Donde estarán los ojos de ese tiempo/ del que ahora nos llega lejanamente nuestro,/ tan lejos de esta historia que graban las paredes/ y las manos altas”.

La naturaleza es un impulso a pensar sobre lo inefable y de aquello que apenas puede ser dicho o descripto. La contemplación del misterio, que nos mantiene vivos, crece a través de una suerte de ensimismamiento poético. Cada verso es colmado por la fragilidad ante la inmensidad. “Solo el viento hamaca definitivamente/su multitud infinita y parece, entonces/ un muelle solo y perdido”.

Amalia Abaria comprende la soledad del oficio de escribir y, a la vez, entiende con sabiduría que la vida es un caminar, un infinito sueño donde los recuerdos nos interpelan, nos sacuden para que despertemos. En sus trabajos poéticos su alma se extiende con todo el color de la vida y con desnuda paciencia convoca a aquellos silencios fecundos, pronunciados y vencidos “mientras la lluvia cae en nuestro pequeño mundo” para celebrar la palabra.

*Amalia Abaria nació en Buenos Aires, es Licenciada en Sociología y es una apasionada de la literatura y la pintura. Obtuvo diversos premios y distinciones por sus poesías y participó en diversos talleres literarios. Publicó dos libros de poesía “Del lado de la vida” (1984) y “Caminos” (2009). Para mayor información de la autora remitirse a su blog: http://www.amaabaria.over-blog.com/


Dedicado al Aguaribay

Con tu caudal de copa espesa,

con tus bordes de delicadas plumas pendulares,

con tu enorme curva de copa que cae,

llegas al perfecto mundo de la espera.



Como un manto de pequeñas cascadas, las breves hojas,

penden su silencio de árbol cóncavo,

como la sombra,

la sombra que abajo se derrama

y nutre la fina alfombra del suelo seco.



Si el pájaro busca su refugio

o cuando la lluvia late su honda transparencia

en las pequeñas ramas,

apenas la inmóvil forma se desplaza,

desgajándose apenas.



Sólo el viento hamaca definitivamente

su multitud infinita

y parece, entonces,

un muelle solo y perdido.

Amalia Abaria

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias, Santiago por publicar este poema, al que le tengo especial cariño porque lo escribí en Córdoba hace unos años, mirando a uno de estos bellísimos ejemplares.
Te felicito por la calidad literaria de tu blog.

Un gran abrazo!Amalia M. Abaria

Jorge n dijo...

Me gustó "Dedicado al Aguaribay", tiene un aroma a nostalgia y delicadeza, muy bueno. Saludos !