miércoles, 11 de agosto de 2010

La semántica colectiva de lo inefable -un acercamiento a los Salmos bíblicos-

Por Santiago Ocampos

La poesía es el lenguaje que el hombre busca utilizar siempre cuando necesita expresar lo inefable. Los bosques, los pedregales, las mareas, las lunas fértiles que indican la cosecha, son arrastradas por las palabras que el hombre conquista al dar cuenta de su existencia en el amor. Frente a la inmensurable belleza que lo rodea toma cuenta de la imposibilidad de poder describirla.

Ante esta situación, irremediable por cierto, le ha tocado en suerte encontrarse vivo en un determinado tiempo, inmerso en costumbres, ritos religiosos, atado a una realidad cultural a la que debe someterse si no quiere ser desterrado. Frente a esta indefensión absoluta, el hombre encuentra, sin embargo, en lo común con los otros, una posibilidad de conocer lo trascendente que lo ha empujado a la vida y para ello recurre a la poesía, a experimentar por medio de ella aquello que no encontró en la observación metódica de los ciclos lunares.

De esta necesidad de protección y de esta conciencia de la pequeñez de sus huesos y de su alma nace el Salmo, que a la vez es expresión de la liturgia, del oficio religioso, como así de lo experimentado en la contemplación del misterio, que compartido con la comunidad se transforma en don, en una búsqueda que muchas veces es un grito, por hacer palpable lo eterno.

Originariamente era un canto que se acompañaba con un instrumento de cuerda, preferentemente la lira. Son composiciones generalmente de índole lírica, si bien, no faltan entre ellas cantos épicos, composiciones didácticas y aún fragmentos proféticos.

El valor de estas oraciones reside en su sentido colectivo; están hechas para ser escuchadas por todos los que desean preservar su identidad y perseverar en su fidelidad al Dios creador, al Buen Pastor, que los guía hacia un futuro provechoso. De alguna forma, es palabra que escucha el deseo del pueblo. Es una interpretación moderna y, un poco aventurada, pero se deja entrever un profundo sentido democrático porque en los versos se reflejan las angustias y las necesidades espirituales de todos. Es una trenza semántica que permite vislumbrar y forjar un destino común.

Si bien los Salmos son recogidos y compuestos en su mayoría por el Rey David (diversos estudios así lo estiman), constituyen una práctica constante para la construcción de la paz del pueblo. Es un “tantear pactos de amor” a través de la experiencia intuitiva del poeta que embelesado por el ritmo del verso transforma la vida en esperanza. El carácter universal de estos versos es indudable.

David es un rey ungido al servicio de la palabra y por la premura de sostener su gobierno se aferra aún más a ella, con todo el pueblo a cuestas, con toda su tradición oral, entendiendo que lo inspirado en los salmos es sólo el rumor de un cántaro lleno de agua que se rompe para derramarse en sus manos.

Como una primavera ardiente de noviembre, como un hombre que sube a la cima de una montaña, el poeta escala el muro de la vida ordinaria para sumergirse con el cuerpo y el alma en la aventura del conocimiento, en la espesura del mundo, va buscando el salmista la expresión lograda, lo que Dios quiere transmitir. Por las noches, a tientas, camina al encuentro y como un peregrino en oración, empieza a escribir pequeños brotes, pequeñas flores que acariciadas por el perfume de la lira, crecerán y serán el pan de su herencia que mañana cenará el pueblo”

 
Bibliografía

BIBLIA DE JERUSALÉN; Edición Española dirigida por José Ángel Ubieta López, Bilbao, Desclée de Brower, 1999

GARCÍA CORDERO, M.; PÉREZ RODRÍGUEZ, G.; Biblia Comentada. IV: Libros Sapienciales. Madrid, B.A.C., 1962

GASNIER, M.; Los Salmos. Escuela de Espiritualidad, Madrid, 1960

LA MAISONNEUVE de Dominique; El Judaísmo. Historia, tradición y diálogo. Buenos Aires, Ciudad Nueva, 2002, p. 9

3 comentarios:

Nacho Fernandez dijo...

Amén. Leyendo cada entrada en este blog siento a esta estancia como ese "falso techo" que todos tenemos en nuestra casa y al que acudimos, subiendo unos peldaños imposibles, para vestir a nuestro paladar negro, despojándonos a su vez de las miserias que nos obstaculizan en la ruta de la vida.

Un abrazo fuerte

Pablo Mariosa dijo...

¡Vos te sentás a escribir y no parás, eh!

Me alegra ver que estás produciendo tantos nuevos escritos, Santi.

Un abrazo grande,

Pablo

quetzalina dijo...

Desmayo en la cadencia de la vision cuasi beatífica que emerge de tus metáforas.Imposible no desfallecer en el extasis de saber que alguien eleva el sensible ronroneo de la vida,como canto a la creacion y a su Creador.Poesía eres tú. mamá.