sábado, 14 de agosto de 2010

Oliverio Girondo

Por Santiago Ocampos

Oliverio Girando abría las ventanas con los huesos vencidos. El motor de la ciudad. El violento latido de las nubes de invierno. Abría las páginas de un libro de poesía. Mojaba sus labios en las manos ya palabradas. Como queriendo. Como amando. Abría los portones que estallaron alguna vez contra las estrellas cuando “la gran aldea”. Intentó amar cuando entró a las calles de la ciudad por las ventanas. Al sumergirse en ellas. Al sentirlas sentir como el espantapájaros se convertía en paloma de verano. Abría las jaulas de la epopeya urbana. Abría las trincheras y la piel de la vanguardia cedía al deseo. En un boleto de cine pastaba su palabra. Abría los diarios cosmopolitas con las llaves tempranas de un beso. Inauguró los puentes a lo real. Hizo de nuevo al hombre nuevo. Lo recorrió con todo su vocabulario. Lo vistió. Lo hizo sentirse desnudo a su antojo. Lo deshizo contra el espejo dándole su espacio en la metáfora. Le hizo ver el futuro y lo volvió universal al dejarlo libre en su edén personal. Le enseño el temblor y lo arrojó vivo en la boca de un poema. Lo hizo obrero. Lo hermanó con el río. Le devolvió la forma al pájaro. Serpenteó por el garabato de un caramelo. Cruzó la noche como un enamorado de plata para tocar la primera nube del amanecer. Hermosa. Solitaria. Y se quedó allí en el vértice del punto más alto de la ciudad, girando, hasta que la luna desapareció definitivamente de sus manos blancas, palabradas, y, volvió a girar, temblando, mirando, intentando una vez más saltar para tocar la nube, para traerla a la vida, al menos a la de él.

3 comentarios:

quetzalina dijo...

EL CEMENTO ES EL CANCER DE LA TIERRA.LA GRAN CIUDAD LA MORTAJA DE LA POESÍA LÍRICA.QUÉ TENIA GIRONDO QUE LOGRÓ CONJURAR A LAS MUSAS PARA TENER LA PALABRA SUJETA AL GRAN ESPIRITU? CREO QUE GUARDABA EL MIEDO ADENTRO DE LOS RETAZOS DE CIELO QUE DESCUBRIA EN LAS VENTANAS.

Nacho Fernández dijo...

Estimados lectores:

Abogo por mi silencio, ya que mis palabras ahoracarían la belleza imposible de la obra de este poeta intemporal al que merece la pena acompañar en este viaje itinerante en tranvía por las bisetrices de la poesía lírica.

Anónimo dijo...

Excelente texto, me gusto eso de que mojaba sus labios en las manos ya palabradas.

Saludos