martes, 3 de agosto de 2010

El caballero de las ideas y la flor de la palabra –Comentario sobre la historia de Abelardo y Eloísa-

Por Santiago Ocampos

Abelardo y Eloísa es una historia de amor con ribetes trágicos, que ha pasado a la posteridad como expresión de rebeldía y ruptura de las normas tradicionales de toda época. Pero esta historia sólo constituye una parte de sus vidas, un fragmento idealizado que los literatos toman y muchas veces abusan. Joaquín Sabina, el prolífico compositor español, escribió, no hace mucho, una canción sobre un amor de adolescentes que se fugan de sus casas para vivir lejos de las convenciones sociales. Hermosa versión pero lejos de los protagonistas reales, de sus ideales, de su forma de pensar.

Según el medievalista Jacques Le Goff, Abelardo es el primer profesor moderno. Formado con los Goliardos, un grupo rebelde de intelectuales que criticaban el orden político pero se servían de sus beneficios. Muchos de ellos predicaban y mendigaban sus conocimientos en busca de alumnos dispuestos a seguirlos. Ostentaban tener mejor éxito con las mujeres que los rudos caballeros. Ante la posterior formación de centros universitarios estos grupos considerados marginales tendieron a desaparecer.

Abelardo nace en Pallet en 1079, cerca de Nantes (Francia). Se muestra desde joven apasionado por las cuestiones intelectuales, en desdén de la carrera militar que emprenderán sus hermanos. Estudia dialéctica y lógica. Miembro de la baja nobleza, este caballero andante de las ideas rápidamente esgrime sus mejores armas en Paris, donde batirá a duelo al más ilustre de los maestros parisienses Guillermo de Champeaux, ganándole la simpatía del auditorio, a quien volverá, luego de una prolongada enfermedad, retar hasta lograr que sus alumnos lo sigan a él.

Este joven impetuoso decide aprender teología, al no encontrar rivales que puedan debatir con él en filosofía y, tras un tiempo, desafía a San Anselmo, al que lo acusa expresando que “se mantiene a la sombra de un gran nombre como una soberbia encina en medio de los campos”.

Eloísa es para el célebre goliardo una conquista de su intelecto, que a esa altura no encontraba otro competidor y que a los 39 años no conocía el amor más que por aprehensión poética. Esta joven bella de 17 años posee una inteligencia particular que es rumor de toda Francia. Discípula del Canónigo Fulberto, su tío y que a cambio de casa y comida Abelardo es nombrado su profesor. Clase tras clase crecerán las flores en la palabra y la pasión tomará tal fuerza que culminará en tragedia.

El filósofo abandonará todo, sus enseñanzas, sus trabajos; el amor lo colmará y sobrevivirá hasta el fin de sus vidas a pesar de los contratiempos. Se casan en secreto, no sin antes rehusarse a ello, lo cual motivó en principio la huida de de la casa de Fulberto, además del agravante de que Eloísa estaba embarazada. El hijo de esa unión se llamará Astrolabio. Le Goff manifiesta, con cierta ironía, que llamarse de esta forma es consecuencia de tener dos padres Intelectuales.

Fulberto, a pesar del casamiento, siente que la ofensa no fue reparada. Los amantes eran objeto de comentario en todos los ámbitos de Paris. Finalmente Eloísa es enviada al convento de Argentuil y Abelardo castrado por los criados de su tío político, para luego recluirse en el Monasterio de Saint Denis como monje. A partir de allí iniciará una brillante carrera eclesiástica, que lo llevará a cuestionar diversas vicisitudes de la educación católica y tendrás ásperas discusiones con San Bernardo de Claraval.

Ambos amantes, hechos en una misma fragua, siguieron manteniendo contacto a través de las palabras de innumerables cartas, aunque con la prudencia de sus hábitos pero sin olvidar la vehemencia de la poesía que lo dice todo con su brevedad. Abelardo y Eloísa son un puñado de nombres que tocaron lo imposible, pero también la idea de que la historia se mueve por la ansiedad del hombre que espera a una mujer.

Bibliografía

LE GOFF, Jacques; Los intelectuales de la Edad Media. Buenos Aires, EUDEBA, 1965.

3 comentarios:

Patricia Palleres dijo...

preciosa historia, por la que descubrimos el poder abrazador del amor..Patry

Anónimo dijo...

que duros
castrar un hombre porque esta enamorado!!!

Anónimo dijo...

Excelente libro el de Le Goff y una gran historia la de Abelardo. Me recordaste a mis tiempos de facultad.

Saludos