Por Santiago Ocampos
Un
vestido cae
sobre
una boca abierta
que
lo engulle desesperado
que
lo va desabrochando del tiempo
que
arrastra consigo el recuerdo de la noche
como
un gemido único, timido, aullado
constelaciones
que se tocan ardientes
y se dibujan en la espalda que ahora desnuda
tiene
frente a sí el destino marcado
por
la violencia de la palabra,
la
casa paternal es evocada como vientre
del
que salen amapolas y otros relatos nocturnos,
sueños y caricias ajadas que cortan con el
filo de sus intenciones
que
ahora convencen a la luna para que entregue
su reflejo sobre el vidrio de la ventana,
los
cabellos sueltos chocan unos y después otros
en
la superficie de los dedos que huelen a arena mojada
que lo hacen todo más difícil al demorarse,
este
es el momento para que Barbazul la tome de la cintura
y
la arroje dentro de la habitación de sus ojos grandes
quebrándole
el cristal con que su alma sostiene su mujer
que
ahora está en manos de él y que hace
añicos con sus besos voluntariosos.
1 comentario:
Encuentro, en una danza conocida pero no por ello menos genuina.
"la casa paternal es evocada como vientre
del que salen amapolas y otros relatos nocturnos,", es una espléndida imagen.
Saludos
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