miércoles, 2 de mayo de 2012

Sin llaves




Por Santiago Ocampos

Un vestido cae
sobre una boca abierta
que lo engulle desesperado
que lo va desabrochando del tiempo
que arrastra consigo el recuerdo de la noche
como un gemido único, timido, aullado
constelaciones que se tocan ardientes
 y se dibujan en la espalda que ahora desnuda
tiene frente a sí el destino marcado
por la violencia de la palabra,
la casa paternal es evocada como vientre
del que salen amapolas y otros relatos nocturnos,
 sueños y caricias ajadas que cortan con el filo de sus intenciones
que ahora convencen a la luna para que entregue
 su reflejo sobre el vidrio de la ventana,
los cabellos sueltos chocan unos y después otros
en la superficie de los dedos que huelen a arena mojada
 que lo hacen todo más difícil al demorarse,
este es el momento para que Barbazul la tome de la cintura
y la arroje dentro de la habitación de sus ojos grandes
quebrándole el cristal con que su alma sostiene su  mujer
que ahora está en manos de él y que hace
 añicos con sus besos voluntariosos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Encuentro, en una danza conocida pero no por ello menos genuina.

"la casa paternal es evocada como vientre
del que salen amapolas y otros relatos nocturnos,", es una espléndida imagen.

Saludos