sábado, 9 de julio de 2011

Te conocí (Parte Final)

Por Santiago Ocampos


Venías montada en un unicornio y a la locura. Pidiendo mi ayuno. Mi amor. Metiéndote por el alma de mi paso siguiente. Las vueltas del insomnio. Dormir afuera. El todo tuyo siendo. Siendo la nada. Siendo una acrobacia en tu boca el arte. Tu escritura incipiente. Tu corazón incipiente. Y sin embargo el ayer te perdía. Te creaba. Te hacía atravesar el silencio de un desierto. Los abismos insondables. El océano roto. A la una de la tarde no me escuchabas. Te zambullías dentro buscando el sol. Buscando el aviso temprano del dolor. La carta. Lo romántico. Lo que quedaba. Te metías con el alma. Y te aferrabas a ella como si temieras perderla. Querías escribir. Escribir. Eras mi virtud. Mi arte. Eras una mujer sin la forma. Sin poesía. No tenías la forma. La provocación.

Desesperadamente querías navegar. Por el alma. Por la luminosidad brillante de un jardín abandonado. La flor platónica, la inalcanzable esa querías ser. Sembrarla a tu día. Por tu huerto sembrarte. Te gustaba ver llover por el olor a sembradío fértil de esa rosa. Ver llover. Encontrar. Emprender. Amabas esa rosa. Ese coraje poético te ponía más rebelde. Te alejaba de mí. Y sin embargo tu ambición no tenía amor. No me veías aunque te sintieras bien. Desnuda estabas como queda el cielo a la hora del atardecer. Eras poeta. Y te definías así. Y no dejabas de escribirte. Obsesionada por la flor. Creyendo que la tendría me conociste. Querías llegar. Remar. Pasar el tiempo. Enamorarte no. Abrazar. Apagar la noche tendiendo la cama. Cerrando los labios. Deslizándote por mis sueños. Buscando en ellos la joven flor platónica, la de Borges. En un fervor porteño querías hallarla. Tomarla. Invadirla. Soñándote despierto dentro de mi sueño. Golpeando lo irreal. Junto al unicornio habían sugerido decir que la encontrarías. Que ambos bebían el mismo alimento. La misma fantasía. Y te acostabas boca abajo en el pasto. Frágil. Buscando aliento dentro de mi sueño. Chocando. Resbalando en el barro íntimo. Te confundías en mi piel. Tampoco ibas a encontrar el unicornio porque nunca encontraste nada. Te lo había dicho. No irías nunca a ser poeta buscando mi existencia. Mi presagio. Mi asteroide. Y te quedabas dormida dentro mío. Allí te encontraba la mañana siguiente y quería tocarte.

 Despertarte. Tocarte las manos frías. Heladas. Como si hubieras dormido a la intemperie. Como si mayo hubiera pasado por ti. Te conocí así. Vestida por la luz tu presencia en mi desazón. Mi poética concupiscencia de eclipse encantado intentaba librarte un nacimiento. Soltarte. Hacerte volar. Palabrarte con mis palabras. Enamorarte con eso. Volvías a tu casa. Enojada. Furiosa. Yéndote de mi cama en una barca. Partías devolviéndote a cambio la realidad. Querías escribir. No podías tomarme. Me limpio. Me sano. Me marcho también yo para que la fatiga tenga algo de olvido. Para que tus manos encuentren en el jardín la joven flor platónica, la tuya, la que no veías, la que dejé de buscar una mañana, la que conocí una mañana o una noche debajo de un libro, la que dejarás de buscar cuando tiendas las sábanas de tu cama y veas en el vacío el dibujo de mi sueño que intentarás volver a escribir ya más grande, y, verás la barca partida contra la costa, verás en ese dibujo mínimo, exacto, la imagen de la joven flor platónica, la que no encontrarás mañana porque hoy se hace tarde para volver a escribirte, para pedirte que lo hagas por mí.

5 comentarios:

MUCHITA dijo...

Me encantó Santi..
cuanta fuerza poetica..
te felicito.

Besos mil.

Ángel-Isidro dijo...

Una prosa poética que más que prosa
es autentica poesía, todo demuestra
que eres un gran escritor y que
sabes mucho de poesía, merecuerdas
a un amigo mío escritr de novela
aunque sus principios fueron la
poesía, se nota ese ritmo musical
tan bién sonante. ¡Enhorabuena!
Un abrazo
Ángel-Isidro.

http://elblogdeunpoeta.blogspot,com

silvia zappia dijo...

hermoso, muy hermoso..
la palabra poética aún existe.

un beso*

Alma Mateos Taborda dijo...

Tienes un admirable talento que navega por tus letras. Excelente trabajo. Fascinante. Un abrazo.

Eduardo Martín Gómez dijo...

Me encanto el relato de la mujer que buscaba una flor. Bien narrado. LLeno de poética. Un gusto leerlo!!