sábado, 18 de junio de 2011

Conjuro

Por Santiago Ocampos


Una luna se despierta. Tanteo su forma. Su miedo. Su delicadeza. Mira el cielo que escampará pronto. Me regala el beso de anoche, de tu cuerpo. La tierra de un encuentro posible y que ayer no lo fue tanto. Un encuentro parecido a dos pero poblado de fantasmas. Y me llevé a todos y a vos también, al menos tu voz temblorosa, perfumada. Los recuerdos trenzados como barriletes hacia el espacio. Un estallido dulce en la boca. Una lluvia constante golpea el cristal de las caricias retenidas en los ojos.

Y voy bajando por la escalera del sudor. Con la pasión, la noche, el pasado, el preludio, la música, el café y otras tantas analogías del tiempo. Bajo sin tropezar. Sin romper el silencio, a oscuras como los sabios de la Antigua Grecia. Brújula para las estrellas. El polvo de la ilusión reposa en el sol de la poesía. El azar es un colibrí que trata de volar en la hoja de papel. Rendición de abril. Rendición de fin de año. Río desnudo. Olvido vagando por las calles de Buenos Aires. Vigía extenuado.

El horizonte entibia el vidrio con su aliento. La niñez sale a jugar. Se desprende del día. Limpia la madurez del otoño, le cambia un manojo de nieves por otro beso. El llanto. Los caprichos. Los pataleos y otra vez a escribir. Los intentos del tiempo fracasan. Un puñado de color es arrojado por encima del mundo y una palabra naufraga en el Caribe buscando otro relato de Garcia Márquez.

Mediodía que teje la luz en la ventana. Una mariposa vuela al cielo. Y otra ilumina la delicia. Me duermo. El azúcar de pensar en lo que es propio se diluye en el  café de lo perdido. Y uno se pregunta qué traerá la marea. Si traerá algo de muerte ese vuelo cotidiano, si traerá algo de vida. Se pregunta si sos vos.

Duele toda la tarde. Uno no deja de encontrar la ilusión. Vivir un poco más, de eso quizás se trate, un poquito más de lo antes vivido. El deseo. La ilusión repetida hasta el infinito. La ilusión brotada de la ternura cosida con el abrigo del descanso.

 El fluir, el choque del río contra las piedras, me devuelve la gracia. La voluntad. La cercanía se prolonga. El sueño vuelve a traerte. Hago una acrobacia. Me visto con el cuerpo que dejaste. Me sumerjo en el mar de las palabras. Toco el fondo, contengo el aire. Los pulmones se inflan. Tanteo la sensación. Te reconozco y braceo en medio de la nada, siguiendo tu piel, tu voz, tu luz.

7 comentarios:

Espinosa Federico dijo...

Excelente, terrible poema.
Saludos Santiago

Anónimo dijo...

precioso simplemente, me encanta! Guadalupe Divina

Maria dijo...

Un gran resultado tu texto, es dificil transmitir con frases cortas, tajantes, decididas, asi como lo has hecho, frases que dicen pese a su brevedad, que parece que saltaran de unmundo a otro pero que al final se unen hacia un mismo mensaje. Un gusto visitarte.

MUCHITA dijo...

Estupendo.
besos mil.

M.V. dijo...

Tus palabras me han vestido con un traje de ilusiones, de sueños aún por soñar...quizás de infinito o de estrella.Que bonito escribes amigo!!

Xiomara dijo...

Una delicia leerte…me dejo llevar por el aire del texto que me envuelve en sus melodías ….beber sus erizados vocablos o será mi piel que se eriza al acariciar tus palabras …hermoso …besos!

Anna Francisca Rodas Iglesias dijo...

Santiago, hoy descubro tu forma de disponer las palabras y su fuerza en la cadena del vuelo que hace consistente tu escritura. He hallado un blog interesante al que espero regresar de tanto en tanto.

Un fuerte abrazo.

Anna Francisca