miércoles, 23 de febrero de 2011

Naguib Mahfuz

Por Santiago Ocampos

En el medio del desierto Naguib Mahfuz, a pesar de los sueños y el cansancio de viajar de la imaginación a la realidad, como si le llevara años poder hacerlo y  tan solo es un segundo en la vida del egipcio, el narrador árabe, que ahora, con el sol a punto de beberse la noche y  las páginas de hombres descriptos y armados hasta los huesos por ser herederos del lenguaje indómito que pregona y realza, iza una bandera como un acto de coraje, como un último acto de identidad con el corazón que se toma de él mientras surca como una nave antigua el himno de Egipto por su boca, en la soledad, en la caricia áspera de la arena, fuera de sí, Naguib Mahfuz teje otra vez el rito funerario de los faraones y el curso del Nilo sobre el mapa de su escritura, mientras tanto el aire perfuma la bandera que va galopando con el ritmo que sus palabras imprimen a la historia y van descubriendo como un amante ansioso las vergüenzas de El Cairo, sus olores, sus delicias y la embriaguez de sus estrellas sin ropas que caen sobre los techos desesperadamente luminosas, que apuran la hora de los enamorados sin cita que convoca como un ejército Naguib Mahfuz en sus libros  mordiendo la guerra, la injusticia y la memoria pobre de este pueblo a punto de ser narrado hasta las cicatrices íntimas, Naguib Mahfuz prodigioso, virtuoso, hecho hombre a la fuerza por las palabras violentas que significan la patria, la personal, la irrepetible, la que naufraga por su inspiración, Naguib Mahfuz en medio del desierto iza la bandera, sin testigos, sin nadie alrededor más que su propia sombra que lo va prolongando aún por los banquetes de la literatura universal, sin otro silencio que él de las voces que hace hablar, sin más que una brisa que empieza a soplar sobre su cuerpo, que lo empuja como si fuera a saquear sus tesoros y lo arrastra al vientre materno de Egipto, a sus Dioses muertos, a su Fe, para que empiece de nuevo, otra vez, una vez más cuente cómo se corre la piedra de la historia de Egipto en la plaza Tahir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La poesía es un lugar muy representativo del alma de un Egipto al que antes que las tormentas del desierto lo perturben, esta signado por la traición del califa. Será necesario un nuevo éxodo para escribir un libro sagrado? que bueno leer a Mafud desde el territorio del agua. Serafo NO TE DUERMAS , ESTAS ACOMPAÑANDO EL DESPERTAR DE UN PUEBLO OPRIMIDO