Artículo publicado en la Edición Impresa del Diario La Mañana Cipolletti del día martes 12 de febrero de 2013.
Por Santiago Ocampos
Escritor Cipoleño
El carnaval es ante todo una fiesta
popular con múltiples significados religiosos, culturales y políticos. Muchos
de ellos ocultos en diversas manifestaciones que aún hoy cobran relevancia a
pesar de haber perdido el lazo semántico originario. Los colores, las
expresiones corporales y la música responden a un sentido, a una forma de
unificar la voz del cuerpo social.
Es el valor de la
carne lo que tiene importancia en este tiempo. "La carne vale"
es la instancia que precede a la Cuaresma, a los 40 días antes de la Pascua y
tiene su corolario el Miércoles de Ceniza, cuando empieza a ponerse en práctica
el ayuno y la abstinencia.
El origen son distintas fiestas del
mundo antiguo. En Roma, por ejemplo se celebraban las “Saturnalias” donde eran
liberados los esclavos y se relajaban las costumbres morales. El eje estaba
puesto en la fertilidad de los ciclos de la naturaleza. Los frutos de la tierra
como el vientre de la mujer eran motivo para consagrar ritos que luego serían
trasladados de forma satírica o disfrazada en el Medioevo y el Renacimiento.
La sociedad medieval no desconocía la
risa. Al contrario frente a la seriedad de la Iglesia y el Estado oponían modos
de diversión que durante los días de Carnaval se manifestaban en gestos y
burlas al poder político que no estaba estructurado en forma piramidal. Los
roles se invertían y se burlaban de los eclesiásticos, de los nobles y de los
Señores Feudales.
El mundo al revés donde los locos y los
pobres eran los amos tuvo una continuación en el mundo americano cuando los
esclavos negros utilizaban la vestimenta de sus "Señores" en las
calles de Buenos Aires a fines del siglo XVIII. Esto provocó que las
autoridades españolas mantuvieran recelos respecto de estos festejos a los que
consideraban "indecentes".
VIDA Y LUZ
Refleja también un período en que la
vida gana sobre la muerte. La luz por encima de la oscuridad. La comunidad
boliviana celebra el 2 de febrero a la Virgen de la Candelaria. Y en Estados
Unidos una marmota indica el fin del invierno o su prolongación. Figuras como
Saint Jordi, héroe catalán por antonomasia o San Martín de Tours, representan
hombres que triunfan y guían hacia el bien. Es la razón por la que,
tradicionalmente, se quema un muñeco que personifica el mal.
En la Italia del Renacimiento, Lorenzo
de Médicis, promovió el Carnaval florentino fomentando la construcción de
carros triunfales ornamentados por artistas de renombre para provecho de sus intereses
políticos. Cada ciudad europea concibió la festividad para obtener prestigio,
poder y riquezas.
Los carruajes nacieron por el deseo de
nobles y comerciantes que querían ostentar sus nuevas fortunas. Grupos de
ciudadanos notables, enmascarados y disfrazados salían por la ciudad a gritar
canciones irreverentes y burlescas contra sus enemigos. Centenares de
individuos desfilaban detrás de un estandarte con los colores y las armas de la
comparsa a la que pertenecían.
La transformación que sufrió el Carnaval,
a lo largo de los siglos, no impidió que su sentido universal, el de desahogar
al hombre de sus propios instintos y el de configurar la realidad social, se
perdiera. A partir de la pluralidad de voces y costumbres, su significado más
íntimo podría encontrarse en Alejo Carpentier cuando escribe “Concierto Barroco”
y le imprime el ritmo de la sangre de mulatos, mestizos y el eterno sonido de
los tambores contra la noche.
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